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martes, 27 de marzo de 2012

Beanz Meanz Heinz
ES LA QUINTA DE LA SERIE QUE EVOCA A AGENCIAS Y PUBLICISTAS DE LOS ‘60
Cómo comenzó la nueva temporada de “Mad Men”

(Advertising Age) - Carreras, rivalidades y un lujurioso “Zou Bisou Bisou”.
Desde la izquierda: Ken Cosgrove (Aaron Staton), Cynthia Cosgrove (Larisa Oleynik), Pete Campbell (Vincent Kartheiser) y Trudy Campbell (Alison Brie). De esos maravillosos tipos que trajeron al publicitario senior cantando con disfraces negros, tenemos un cruel ataque sobre un grupo de manifestantes que marchan en pro de los derechos civiles. Así comienza la esperada quinta temporada de Mad Men, con un toque de historia: una nota que nos dice que odiar al movimiento no es patrimonio exclusivo de sureños locos. Y nos recuerda que, especialmente entre los supuestamente educados empleados de las ciudades, la idea igualitaria no fue siempre algo digno de reverencia.Sabemos que en esta temporada la carrera se convertirá en un elemento central del argumento, que está ambientado en 1966, cuando los disturbios aparecían en no menos de 43 ciudades de Estados Unidos. El verano había sido especialmente malo, y no es casual que la acción arranque justo después del fin de semana del Memorial Day, para recordarnos la localización de temas nacionales. En Madison Avenue, las bromas y la ironía reemplazan a los ladrillazos y las mangueras de agua.

Esa escena inicial, en la que algunos publicistas junior de Y&R empapan a un puñado de manifestantes cuyos cantos se filtran por las ventanas, logró sobresaltarme. Pero no a los tipos de la Sterling Cooper Draper Pryce. Los hombres blancos que manejan la agencia reciben la noticia con la misma atildada actitud bromista que usan para hablar de sus cuentas y de las mujeres. De ese palabrerío surge un chiste que podría cambiar la naturaleza de la agencia: un aviso de Sterling la proclama como “un empleador de iguales oportunidades” critica a Y&R, pero también produce el inesperado efecto de llenar la recepción con negros buscadores de trabajo.

SCDP no podía jactarse de una posición de superioridad, por cierto, aun si lo hubiese querido. Cuando se abre la temporada todavía no se ven empleados negros. Pero como Tanner Colby demostró recientemente en un par de grandes ensayos publicados por Slate, algunas de las agencias mayores y más conocidas habían empezado a darle más diversidad a sus staffs, al menos más que a mediados de los ‘60s, gracias a las presiones de la Urban League.

Pero está bien. La moraleja, en el universo de Matthew Weiner, sólo se alcanza provisional y accidentalmente. Recuerden cómo comenzó el vuelco de la agencia en la temporada pasada, cuando pasó de ser el shop de Lucky Strike a convertirse en un cruzado anti-tabaco. El aviso “Por qué dejé de fumar”, de Draper, fue menos un acto de expresión moral que un gambito de negocios. Hablando de lo narrativo, es algo muy hábil: una forma de meter a la agencia en las vicisitudes culturales del espíritu del nuevo tiempo sin forzar un entusiasmo en personajes que no lo tienen. Ellos pueden seguir siendo los códigos morales que fuimos a conocer y, supongo, a amar.

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Será importante ir más a fondo en la cuestión de la carrera, aunque más no sea para ponerle un poco de pimienta al argumento, que se siente un poco enmohecido un domingo a la noche. La premieres de dos horas son un negocio complicado, especialmente con un ritmo como el de Mad Men, y pienso que algunos conflictos nuevos -y sangre nueva- podrían dar buenos resultados.

Entretanto, en lugar de sangre nueva tenemos sangre azul, y la vieja tensión entre Roger Sterling y Pete Campbell, un viejo barón de las cuentas y uno nuevo. Sterling, cuyo éxito en los negocios es una alquimia de heredad y cosa indescriptible, parece que ahora existe sólo por su aplomo para vestir un traje gris claro y su pelo blanco, que forman un combo de magia cromática. La noche pasada vimos que una creciente irrelevancia del negocio que lleva su nombre no fue dañada por su manera de hablar. Mi favorito de la noche fue “There’s my baby”, una frase que murmura mientras Joan visita la oficina con su hijo ilegítimo, y que fue dirigida no a su hijo sino a Joan. Pero él se ha convertido ahora una figura inquietante, golpeando la puerta de la oficina de su manager y cruzándose en el camino del nuevo negocio de Campbell.

Pete, está claro, se erige ya en el pulso de la agencia, aun cuando no goza del respeto de sus mayores o de una oficina de medidas respetables. Posee las cuentas, y mientras Sterling se da la gran vida, Cooper está abstraído en su mundo interior y Pryce deviene en un sexualizado Walter Mitty, Campbell parece ser el único que realmente trabaja en la agencia. Ya archivada su imagen de caprichoso niño rico que inicialmente lo enfrentó con Don, se ha vuelto de golpe sorpresivamente sensible. De los socios de SCDP, él es el único que muestra disgusto con los aplausos de Y&R. Y tampoco está feliz con que Sterling fume en su oficina.
Después está la tensión entre Don y cualquier mujer que cae en su red, que ahora es Megan, su joven esposa franco-canadiense. En la última temporada fue la inocente

“Frere Jacques”, cantando al niño Draper. En la noche pasada fue “Zou Bisou Bisou”, un sugerente pop hit de 1962 cantado en una fiesta sorpresa para el cumpleaños número 40 de Don. La performance de Megan remarcó el hecho de que la nueva señora Draper pertenece a una generación más joven y liberada, algo que Don ha captado con lentitud. Al aunar diseño de moda con un toque de amor libre y algo de ambición profesional, la mujer es el umbral que separa al conservadorismo relativo de los medios ‘60s y las bacanales del fin de la década.

Don, como era de prever, no está feliz con la fiesta sorpresa, un evento principalmente colmado con la gente del trabajo. La bonhomía entre los personajes, con una dirección de arte tecnicolor que va desde los jackets cuadriculados, los almohadones con motivos de cebras y las alfombras blancas, se asemejan a un “Laugh In” dirigido por Wes Anderson. Para Don y Megan, la fiesta se convierte en una cuña que sólo puede ser quitada por una práctica sexual de BDSM en la misma alfombra blanca.

¿Cómo reaccionará Don ante la realidad diaria de vivir con su nueva esposa? ¿Repetirán él y Megan la decadente unión entre Roger Sterling y Jane, su ex secretaria y ahora esposa? Mi predicción es que terminarán en una orgía psicodélica propia de la época, o divorciándose.

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Con SCDP cortejando a Heinz –o al menos a su división de vinagre, salsas y legumbres-, vale la pena hacer un alto para poner un toque de contexto histórico.

Cuando se le presenta a Heinz una idea de legumbres bailando un ballet, el cliente duda y pide algo que sea más cool. No es, en realidad, un pedido irracional de parte de un cliente, aun cuando sus sugerencias, como esa de un piquete de beans que marchan por la calle, no dan en el blanco.

Heinz estaba haciendo avisos interesantes en los años medios de los ‘60s. En 1967, un publicitario inglés apareció con una nueva tagline que ayudó a que las legumbres enlatadas se convirtieran en algo habitual para las mesas británicas y una confusa parte yanqui del tradicional desayuno inglés. Treinta y tres años después, “Heinz Means Beanz” fue votado como el mejor slogan publicitario de todos los tiempos en una encuesta británica, superando inclusive a “Just Do It”.

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