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lunes, 1 de septiembre de 2008

TENDENCIAS: RESULTADOS DE UNA ENCUESTA NACIONAL A PERSONAS DE 10 A 24 AÑOS
Los chicos y jóvenes no creen en la política pero son solidarios
Casi el 75% de los consultados se sienten lejos de la política pero 8 de cada 10 asegura que le interesa ayudar a otro si está en problemas. Por eso los especialistas hablan de un cambio en la manera de participación, más que de apatía
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Por: Georgina Elustondo
Hubo un tiempo, y no lejano, en que adolescencia, juventud, religión y política caminaban muchas veces de la mano. Los coqueteos y compromisos con "instituciones" y/o "credos" que señalaban órdenes injustos y aglutinaban voluntades detrás de "buenas" causas o movidas colectivas eran parte ineludible de etapas en que las ganas de cambiar las cosas son casi un sello de identidad. Pero los tiempos cambian. Por estos días, quienes tienen por delante un futuro de varias décadas han perdido interés por esos espacios e ideologías que alguna vez los sedujeron masivamente. Hoy, al 74% de los argentinos de entre 10 y 24 años no le interesa la política y a casi la mitad no le importa la religión. Sin embargo, valoran la democracia y tienen entre sus principales objetivos la solidaridad y la igualdad.El estudio que midió esta tendencia fue realizado por la consultora TNS Gallup, en conjunto con la Universidad de Palermo. "Entrevistamos 895 chicos de todo el país para conocer las prioridades y objetivos de los jóvenes y poder instalar en la sociedad un debate sobre algunos temas", dice Gabriel Foglia, decano de la Facultad de Económicas de la UP. "Creo que es un segmento muy afectado por la crisis del 2001 y por las consecuencias socioeconómicas y familiares que tuvo. Muchas cuestiones que sus padres valoraban perdieron valor para ellos", analiza.Uno de los datos más significativos es el masivo desinterés que tienen los jóvenes por la política. El 74% contestó que no le importa el tema, y apenas un 15% dijo sentirse satisfecho con la política actual. "Lo más llamativo es que al cortar por edad encontramos que quienes ejercen el derecho al voto (los que tienen entre 18 y 24 años) son los menos interesados y más disconformes. El tema no está en su agenda", asegura Foglia.Sin embargo, también 8 de cada 10 dijeron sentirse representados con la frase "uno de mis principales objetivos es ayudar a los que tienen problemas", una adhesión que supone un valor por "la solidaridad y la cohesión social", según Gallup. "Esta opinión --aclaran-- es más marcada entre las mujeres y mucho más fuerte en el interior que en Capital. Entre los porteños, cae al 57%".El politólogo Pedro Núñez, investigador de FLACSO, sostiene que "no puede analizarse la falta de interés de los jóvenes por la política sin situarla en un contexto en el que amplias capas de la población tienen una relación de desconfianza con ella. Existen otras formas de participación que cobran preponderancia entre ellos, como las organizaciones socio-comunitarias, artístico-culturales y estudiantiles. Quizá se están poniendo en juego otras maneras de entender la política y la participación. Tal vez sean los significados de la democracia los que estén en transformación", arriesga.Sergio Balardini, psicólogo y especialista en temas de juventud, entiende que la actitud de los jóvenes respecto a la política tiene que ver con que "hoy la democracia es menos heroica". Las nuevas generaciones la viven con más naturalidad: "están acostumbrados a ella", explica. "Eso no quiere decir que no la valoren, ni que no les interesen sus temas. Lo que no los seduce es la política partidaria. Su participación en partidos ronda el 1%, y el 80% ni siquiera se siente identificado con alguno de ellos".¿Qué aleja a los jóvenes de los partidos? Según Balardini, "los discursos que van y vienen, la manipulación, sus prácticas burocráticas, sus aparatos, su poca transparencia". Pero, también, la falta de tiempo libre. "Hoy los adolescentes y jóvenes pasan más tiempo en la escuela y tienen la agenda más cargada. Hay otras restricciones vinculadas a los estilos de vida", explica. Desencanto. Doble discurso. Insatisfacción. Son algunos de los motivos que empujan a los jóvenes hacia formas de participación ajenas a los formatos tradicionales. Pero no son los únicos: a la propia crisis o resignificación de algunas instituciones hay que sumar transformaciones que las exceden. Según los expertos, también influyen cambios socioculturales que han hecho retroceder el peso de lo comunitario en favor del "yo". En una época de mayor individualismo, dicen, se desvanecen las ataduras a la nación y la comunidad. Todo lo colectivo cotiza menos.Nuñez también busca por ahí. "Los cuestionamientos hoy suelen expresarse en términos de actitudes individuales y no colectivas. Y las injusticias cotidianas tienden a percibirse de manera crecientemente personalizada. Creo que no hay ausencia de política sino que ésta importa en tanto experiencia personal". El politólogo propone cuestionar la idea de apatía y revisar los prejuicios sobre las nuevas generaciones. "Tal vez su actitud tenga que ver con la sensación de no poder incidir en la definición y solución de los problemas. Podemos pensar el desinterés desde su reverso: ¿cuánto interesa a quienes deciden y a los grupos de presión la opinión de los jóvenes?".Núñez subraya la necesidad de esquivar la dicotomía entre formas adecuadas o normales de participación --"institucionales"-- y formas no adecuadas o "alternativas". "Lo institucional es una forma más de participar que en los jóvenes pierde centralidad", reflexiona. Balardini coincide: "hablar de apatía supone salir de un lugar errado, de una mirada que desconoce o subestima otras formas de participación u otros intereses. Hay temas que convocan mucho a los jóvenes, como la paz, los derechos humanos y la educación. Pero su participación no se ajusta a los viejos modelos", dice.Los especialistas explican que están surgiendo formas de participación democrática que no coinciden con las valoradas por los adultos. Y aseguran que los jóvenes no son antipolítica ni se retraen en una apatía desinteresada: sólo prefieren ámbitos no partidarios y "rechazan la lógica amigo-enemigo, como fórmula de antagonismo permanente". La lógica setentista o la cultura K, claro está, difícilmente los seduzca.
La conquista
Lucas Guagnini - lguagnini@clarin.com
El fin de los grandes relatos, con la política como motor, y la búsqueda más personal del bien y del placer ya están incorporados al código de valores de los chicos y jóvenes argentinos. Aquello que en los 90 llegó con el nombre de posmodernidad como una hipótesis a comprobar, hoy es presente. La pregunta que se abre es por el futuro: ¿qué resultado dará ese no sentirse parte de lo que hacen los que gobiernan, ese interés personal en los demás que no se traduce en grandes proyectos colectivos? Los estallidos de incomprensión serán cada vez más extremos -"que se vayan todos"- o surgirá una forma posible de participación que logre conquistar a los desencantados.
Frases
"Hoy la democracia es menos heroica, los jóvenes están acostumbrados a ella. Eso no quiere decir que no la valoren, ni que no les interesen sus temas."Sergio Baladrini - psicólogo especialista en jueventud"Los cuestionamientos se expresan en términos de actitudes individuales y no colectivas. Y las injusticias cotidianas se perciben de manera personalizada."Pedro Núñez - politologo
TESTIMONIO I - EUGENIO COSTA (22)
En batalla contra la desigualdad

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Tiene tantas inquietudes, tantos ideales, que la sencilla propuesta de sentarse a pensar su relación con la política le agitó el "archivo" y lo invitó a crear. "Somos millones de argentinos. Deberíamos pensar entre todos cuál es la mejor manera de cambiar las cosas. La política debería ser sinónimo de diálogo, de discusión. Y, sin embargo, no lo es: termina siendo un juego perverso en el que cada uno tira para su lado y hace lo que le conviene. Un todos contra todos sin sentido. Todos perdemos...", dice Eugenio Costa, pergaminense, 22 años, estudiante de computación en la UBA. Apasionado, cuenta que uno de los temas que más lo preocupan es la "desigualdad". Y no se queda en el discurso. Le pone cuerpo y tiempo a esa batalla que, aunque personal, parece encontrar eco en los valores que calan hondo en su generación: la solidaridad. "Me entristece la falta de oportunidades y recursos que muchos tienen. Entonces junto y arreglo computadoras viejas y las regalo, con Wikipedia como página de inicio, para acercar no sólo tecnología sino también educación". A Eugenio le gusta el trabajo de base, "el uno a uno", pero considera que no alcanza: "no cambia mucho --dice--. No llego muy lejos de esa manera". Los partidos no son opción para él. No le gusta "la izquierda ni la derecha", y mucho menos "los aparatos y las listas sábana". Quiere "consensos" y "propuestas discutidas entre todos". Le gustaría que hubiera "maneras más flexibles de participar". Le encantaría "votar personas, selectivamente. Y poder dirigirse a ellas, "por mail", cuando lo necesite. "Lo que me enoja, y no sólo de la política sino del género humano, es que de jóvenes todos tenemos sueños e ideales. Pero luego, cuando crecen, muchos se emborrachan de poder y olvidan todo lo que alguna vez quisieron. Eso me duele, me defrauda".
TESTIMONIO II - VERÓNICA LEMI (19)
Desencantada desde que era secundaria


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Ya el secundario la estrelló -dice- contra la "oscura" realidad de la política. "Fui al Nacional Buenos Aires y, participando en el centro de estudiantes, me desencanté. Si en esa política chiquita ya todo es turbio y mezquino, no imagino lo que debe ser a nivel del Estado, donde hay más para ganar y para robar", dice Verónica Lemi, 19 años, estudiante de traductorado de inglés. Y cuenta que fue ese tubo de ensayo, esa política de cabotaje, la que la predispuso mal desde el comienzo. "Se notaba que era una minoría que manejaba todo y que la invitación a participar era falsa. Puro doble discurso. A nadie le importaba de verdad tu opinión", se lamenta. Si a esa experiencia iniciática le suma, según sus propias palabras, que creció "con Menem y De la Rúa, no hace falta agregar más. Nací en los 90. Siempre supe que estamos perdidos. nosotros nunca tuvimos alguien serio en quien creer".Para Verónica, la política es "algo que no se puede arreglar, un viejo problema", pero separa las aguas. Le interesa, "la toca mucho", el tema desaparecidos. Y, también, las cuestiones de género. "Igual no participo porque creo que, en definitiva, impera la misma lógica. Hay intereses que siempre triunfan". Cuando tiene que profundizar en lo que más la preocupa, Verónica y sus jóvenes 19 años sorprenden: "los chicos, los adolescentes. Quedaron muy afectados por el 2001, por todo lo feo que pasó. Mi hermano tiene 16 años y veo que su generación está cayendo demasiado rápido. No aspiran a nada, no tienen ni un solo sueño. Son puro aquí y ahora, y fingen que todo les resbala. En realidad, siento pena. Se hacen los que no les importa nada pero sufren. Están muy solos". EL LUGAR DE RESIDENCIA MARCA LOS VALORES
Las diferencias entre los del interior y los de Capital
Los porteños son más individualistas y en las provincias se preocupan más por el medio ambiente.
No sólo la política cotiza en baja entre los adolescentes y jóvenes. También la religión y, sobre todo, la práctica religiosa, está perdiendo adhesión en las nuevas generaciones.En Capital y GBA, por ejemplo, a 6 de cada 10 chicos de entre 10 y 24 años no les importa el tema. Aunque el porcentaje cae a poco menos de la mitad (43%) en el promedio país, llama la atención el dato en un país en el que -según una flamante encuesta realizada por expertos del Conicet- nueve de cada diez argentinos se consideran creyentes. "Entre los jóvenes, la religiosidad es mayor en el interior (llega al 60%) y en los segmentos más postergados. Y cae con la edad: cuanto más grandes, menos valor le dan", afirma Gabriel Foglia, de la Universidad de Palermo, promotor de la investigación que realizó Gallup. "Encontramos que la religiosidad es uno de los aspectos menos importantes en la vida de un joven. Claramente, las instituciones y organizaciones religiosas y políticas no le están hablando a ese target. O la forma en que lo hacen no les llega. Deberían repensar los mensajes y los canales a través de los cuales se acercan a ellos", sugiere.Del estudio surge que los jóvenes asignan prácticamente el mismo valor a la religión que a la televisión. Y, en los sectores altos, la importancia de lo religioso es inferior a la de Internet.Como ocurre en las preguntas vinculadas a la religión, en la encuesta de Gallup surgen marcadas diferencias entre los jóvenes del interior y los porteños respecto a algunas cuestiones. Los chicos de Capital Federal asoman como más individualistas y menos comprometidos con algunas inquietudes vinculadas al bien común, aunque también expresan una menor valoración por el dinero. El dato: al profundizar en los objetivos que tienen por delante, los jóvenes porteños demostraron una notable menor adhesión al proyecto de "ayudar a quienes tienen problemas". Sin embargo, también adhirieron menos al interés por ganar dinero que sus pares de otras localidades y regiones.En lo que empataron los jóvenes de los distintos rincones del país es en el desinterés por ser líder en su comunidad: a apenas tres de cada diez le gustaría asumir ese rol. Sin embargo, más de la mitad (56%) quisiera ser un referente en el cuidado del medio ambiente, uno de los temas que, según coinciden todos los expertos, más convoca a participar a los adolescentes y jóvenes. "La nueva generación tiene un marcado color verde", dice el estudio de Gallup. Pero ese interés no es igual en todo el país: en Capital la "onda verde" cotiza menos (promedia el 37%, cuando en el resto del país llega casi al 60%). Constanza Cilley, de la consultora, analiza: "La ecología pareciera ser la bandera ideológica del futuro. En otros estudios ya habíamos visto cómo la onda verde de este segmento tiene efectos en el mercado: los chicos 'vetan' la compra de productos en su hogar que afectan el medioambiente y 'educan' a los padres en este sentido", cuenta la especialista. En Buenos Aires, el 43% de los adolescentes y jóvenes dijeron sentirse atraídos por la idea de ser un artista reconocido. En el interior, en cambio, ese sueño tiene menos seguidores. "El reconocimiento artístico resulta más valorado en la Capital", dice el estudio.A la mayoría tampoco le interesaría ser un científico reconocido. En eso coinciden todos, de Ushuaia a La Quiaca.

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