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miércoles, 18 de abril de 2012

ARGENTINA | EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

Día internacional del hombre


El columnista de adlatina.com presenta un artículo humorístico e irónico sobre el Día de la Mujer, que él mismo describió como “una prueba de mi admiración por las mujeres, de su superioridad no solo estadística, y de la inteligencia que espero que también incluya el buen humor”. Además, agregó que la observación al menos señala que se ríen mucho más que los hombres.
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    “En la pareja del Banco Galicia, por ejemplo, ¿la más simpática y decidida no es la mujer? El varón es un Chirolita que se limita a protestar entre dientes sin ningún resultado”, dice Borrini.
Escribo en el Día Internacional de la Mujer, y estoy anonadado, desalentado, al menos hasta que uno de mis pares genéricos más iluminados, si es que existen todavía, promueva el Día Internacional del Hombre. Será un acto de legítima defensa.
Realmente, no creo que las mujeres hayan llegado a esta supremacía por casualidad. Son superiores a nosotros; seres que pueden conversar largas horas sobre cualquier tema, y terminar diciendo que “luego hablamos”; personas que la única vestimenta que precisan para salir de vacaciones (una remera corta y un hotpant mínimos), cabe en la billetera, nos aventajan en estos aspectos esenciales de la vida cotidiana a los pobres hombres menos inteligentes, y menos fuertes, que convivimos con ellas.
No solo las mujeres son más, estadísticamente hablando, sino que parecen mucho más; basta entrar en un café y abrir los oídos. Son muchedumbre. Y para muchos trabajos, mejores a los hombres, comenzando por los cargos de presidenta o primera ministra. Piense en los cargos que todavía ejercen los hombres. ¿No hubiera sido mejor elegir a una mujer para reemplazar a Schiavi en Transportes, en vez del joven intendente que no tiene antecedente alguno en la materia? Cualquier mujer que debe tomar diariamente trenes, colectivos y subtes merece un posgrado en Transportes.
¿Quiénes son más útiles a este desenfreno consumista promovido por el gobierno para levantar artificialmente el PBI? Las mujeres, que genéticamente vienen de fábrica con el chip de la compra impulsiva incorporado, o los hombres que hacemos tantas cuentas, lo volvemos a pensar y terminamos por mandar la ropa a la tintorería.
Piense en las mujeres de la publicidad. En la pareja del Banco Galicia, por ejemplo, ¿la más simpática y decidida no es la mujer? El varón es un Chirolita que se limita a protestar entre dientes sin ningún resultado.
La única prueba en contra de este razonamiento es Fito Páez, que se cree Madonna, cobra por un recital como un ídolo norteamericano, y además insulta a los votantes de Capital porque no votaron como él el año pasado.
Dicen que la publicitaria Mary Wells, además de hermosa, distinguida y mejor creativa que muchos varones, cuando visitó Buenos Aires en la década del ’60, después de caminar unas cuadras por Florida cuando aún no la habían invadido los vendedores ambulantes y lo único que llamaba la atención eran las resplandecientes vidrieras de los comercios, dijo que la ciudad era “femenina”. ¿Qué diría ahora, si se enterase de que las mujeres ocupan el primer plano de la política, la economía y los negocios, y que las reclaman por más eficientes la mayoría de las pymes y hasta los directorios de grandes organizaciones?
En el barrio donde vivo, Belgrano, las mujeres han logrado quedarse con la 4x4 de la familia, con la excusa de llevar y traer a los chicos en edad escolar, y cedieron a los maridos los cochecitos con los bebés. Es la más reciente conquista social de nuestro sexo.
Hablé de la necesidad de instituir el Día Internacional del Hombre para tratar de equilibrar la balanza; dentro de poco, también haría falta legislar una cuota masculina tanto en los cargos públicos como en los privados. Pero ahora, después de lo que acabo de escribir, me doy cuenta de que es tarde para cualquiera de estas legítimas reivindicaciones masculinas.
Lo único que nos queda es una retirada digna, que nos permite refugiarnos donde ninguna chica moderna, de las que pueden llevar toda la ropa en la billetera, nos va a disputar el espacio: la cocina. No será fácil tampoco, porque ahí todavía reina el espíritu de Doña Petrona.


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