Los riesgos de la publicidad arriesgada
Ricardo Lenoir
Dos ministros, la de trabajo Fátima Báñez y el de Economía, Luis de Guindos, señalaban la semana pasada a la empresa Iberian Partners que existen alternativas a los despidos. Se trata de 750 despidos en una compañía embotelladora de refrescos, resultante de la fusión de otras compañías dedicadas a la misma actividad, embotellar y distribuir la popular Coca-Cola. Iberian Partners sustituye a las antiguas begas, Casbega, Asturbega, es decir Castellana de Bebidas Gaseosas, Asturiana de Bebidas Gaseosas etc., y otras tantas que se han agrupado y, consecuentemente, tienen menos necesidades de personal
Lo curioso es que nadie en las informaciones habla de la compañía que ha propuesto o solicitado el paquete dedespidos, sino de la marca, Coca-Cola. “Coca-Cola despide”, es el titular dominante en toda esta informacióncuando la filial de la compañía estadounidense, The Coca-Cola Company, no ha despedido a nadie.Ya hubo un antecedente previo cuando la correspondiente embotelladora catalana anunciaba que se marchaba de Cataluña a causa del proyecto o las independentista y, probablemente, las causas tuvieron más que ver con la nueva solución empresarial a las diferentes begas que la iniciativa en si. Pero sí se dijo que Coca-Cola se marchaba de Cataluña.
Otra vez la marca en posiciones públicas inconvenientes, expuesta a elementos y factores que nada tienen que ver con ella y que ningún bien le hacen, porque un refresco muy popular y de consumo masivo debe ser de todos y de nadie. Del que lo adquiera y lo pague, pero neutral y apátrida. Es la marca la que carga todo el peso de unas decisiones empresariales de sus concesionarios y es la marca sobre la que los trabajadores cargan todas sus protestas. Ninguna protesta lleva en sus pancartas el nombre de la empresa Iberian Partners y sí el del refresco.
Somos felices Estos sucesos se producen justo un año después de que el propietario de la marca en España lanzara dos campañas muy arriesgadas que poco tenían que ver con las propiedades del producto, o las que tradicionalmente nos habían hecho ver. Se trataba de una iniciativa que asociaba la felicidad a la Coca-Cola, con libro incluido y otra de una de sus marcas, Aquarius, que preconizaba a los buenos alcaldes frente a los malos, a los corruptos. Lo de la felicidad ligado a una bebida que puede dar gustito en un momento dado puede tener un pase según lo cada uno le pida a la vida y su grado de exigencia al respecto.
En cuanto al segundo caso, enfrentar una bebida isotónica a la corrupción política, es más discutible, sobre todo porque no entiende la relación ni la justificación. Lo que si es visible son las camisetas, pancartas portadores de eslóganes de la protesta de los trabajadores en donde, en primer lugar, aparece la marca, tenga o no tenga que ver. Y en muchos de los carteles se habla de infelicidad. Hacienda, de momento, ha anunciado una inspección sobre las relaciones entre marquista y concesionarios y algo relacionado con un jarabe. Quizás estemos ante un caso en el que no ha gestionado bien una marca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario