obesidad 1Lo confieso: el asunto de la propaganda de comida dirigida a menores de edad me saca de quicio. Quizá es porque luchar contra injusticias dietéticas está en la sangre de todo dietista-nutricionista que se precie. O quizá es porque tengo tres hijas y compruebo a diario lo indefensas que están frente a la omnipresente y machacona publicidad de alimentos. Tal y como justifiqué en mi libro “Se me hace bola”, a los 3 añitos los niños ya son vulnerables a la persuasión publicitaria, esa que convence al receptor a través del lenguaje verbaly no mediante las imágenes. Es la publicidad que pensábamos que solo convencía a niños más mayores, porque utiliza una argumentación racional, mediante la exposición de las cualidades del objeto anunciado (ej: “te ayuda a crecer”) con gran verosimilitud y realismo, dotando al mensaje de autoridad. Si nos engañan a los adultoslo lógico es que pensar que también lo harán con los niños. Por eso toma fuerza una palabra denominada “prohibir”.
¿Centrémonos en la educación?
Cuando abordo este tema, siempre hay quien me sale con el argumento de “educar en el riesgo” y evitar “legalismos absurdos” (mi respuesta suele ser: ¿en qué sector de la industria alimentaria trabaja usted?). Claro que es importante la educación nutricional, faltaría. Pero seamos realistas, no es razonable esperar que dicha educación sea suficiente cuando en el entorno social, cultural y físico hay tantas fuerzas conspirando en contra (lean este texto de Juan Revenga si no me creen). ¿Educamos a los ciclistas para esquivar motos circulando en dirección contraria por su carril bici, o más bien prohibimos a las motos que transiten por dicho carril? ¿De qué sirve educar e informar sobre qué es una dieta sana si mires donde mires hay un personaje famoso de dibujos animados “tutti colore” invitándote a engordar a base de comida malsana? Sí, he dicho “engordar” y sí, he dicho “malsana”.
La publicidad engorda
Porque la publicidad “engorda”. Y no lo digo yo, lo dice nada menos que la Academia Americana de Pediatría, cuando afirma que “los medios de comunicación desempeñan un papel importante en la actual epidemia de obesidad en niños y adolescentes”, y que la sociedad debe reconocer que “la exposición a los medios de comunicación supone un importante factor de riesgo para la obesidad”. Y es que aunque los padres tengan buenas intenciones, la publicidad puede hacer estragos en la determinación de las preferencias alimentarias de los niños. De hecho, una investigación reveló que se podría haber evitado hasta uno de cada tres casos de obesidad infantil si se hubiera eliminado la publicidad de alimentos insanos en televisión. Otro observóque cada hora extra de televisión incrementa casi en un 1% la cantidad de personas con obesidad, pero que en adolescentes la cifra se duplica (2%). La OMS lo tiene claro: “Existe una fuerte relación entre ver la televisión y padecer obesidad infantil”. Y la publicidad es, en gran medida, responsable de ello. Me extendí en este particular aquí.
Comida malsana a diestro y siniestro
hamburguesasTampoco me he sacado de la chistera lo de “comida malsana”, me he copiado de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay quien me llama blasfemo por decir que sí hay alimentos buenos y malos, como pueden comprobar aquí. La OMS, en todo caso, lleva años instando a los gobiernos a losiguiente: “los entornos en los que hay niños deben estar libres de toda forma de promoción de alimentos ricos en grasas saturadas, ácidos grasos de tipo trans, azúcares libres o sal”. Yo añadiría la cafeína. ¿Están libres los entornos infantiles de dicha clase de alimentos? No, claro que no. En este texto justifiqué que la publicidad de alimentos malsanos campa a sus anchas en guarderías, escuelas, supermercados, lugares de juego, servicios de atención familiar y pediátrica, radio,televisión, Internet y un largo etcétera.
Obesidad infantil en España
En enero de 2014, un estudio publicado en The New England Journal of Medicine ha señalado que los niños que tienen sobrepeso a los cinco años podrían enfrentarse a un riesgo cuatro veces mayor de padecer obesidad a los 14 años. No es un dato trivial: entrar en la vida adulta con obesidad duplica el riesgo de morir prematuramente Pues bien, de cada diez niños españoles, uno sufre obesidad y dos padecen sobrepeso, según la más reciente Encuesta Nacional de Salud. Así, tres de cada diez niños españoles tienen exceso de peso. Es una cifra que va en aumento, y que nos otorga el dudoso honor de encabezar las listas de obesidad infantil a nivel mundial. Una cifra que no va a mejorar en un futuro próximo si no hacemos algo. ¿Lo hacemos? Un poco. Con la boca pequeña. ¿Por qué? Escuchemos a la Dra. Margaret Chan, directora de la OMS: “Tal y como me han dicho una y otra vez los gobiernos, la presión de los lobbies alimentarios ha minado sus acciones destinadas a reducir la obesidad”. Qué bonito.
Regulación estatal
bollos 2Concluyo este enojante texto con las reflexiones de alguien a quien admiro tanto como a la Dra. Chan, el Dr. Miguel Ángel Royo-Bordonada, un incansable defensor de la salud pública, quien a finales del año pasado declaró lo siguiente (Gac Sanit. 2013;27(6):568):
“[…] si se desea contribuir eficazmente a prevenir la obesidad infantil y promover hábitos saludables, urge establecer mecanismos de regulación estatal que prohíban cualquier tipo de publicidad dirigida a menores de alimentos y bebidas ricos en grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcares libres o sal”.
La palabra clave de las declaraciones de Royo-Bordonada es, en mi opinión, la siguiente: “urge”.