miércoles, 24 de abril de 2013

medios


MEDIOS Y COMUNICACION

El observador observado

Los desarrollos tecnológicos contemporáneos en materia de comunicación, pero sobre todo la capacidad que los sujetos desarrollan a partir de las nuevas posibilidades, generan situaciones novedosas y abren caminos para la información, el debate y la participación. Fernando Peirone aporta elementos para pensar la reconstrucción del sujeto colectivo desde una perspectiva que trasciende lo personal.

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Por Fernando Peirone *

¿Cuál es la probabilidad de que una persona con una cámara se tropiece con un acontecimiento de importancia global? Casi ninguna. Pero si tenemos en cuenta que hay 1500 millones de personas que deambulan por el mundo portando algún aparato con cámara, la pregunta sería: ¿qué probabilidad hay de que un acontecimiento de importancia global no sea registrado? La diferencia entre estas dos preguntas, planteadas por Clay Shirky en su libro Excedente cognitivo (Ed. Deusto, 2012), sobrepasa el artificio y nos plantea una disyuntiva epocal. La primera pregunta está centrada en lo personal y su perspectiva es desalentadora en la medida en que contrapone –por así decirlo– nuestra suerte a lo azaroso, y por lo tanto a lo ingobernable. La segunda pregunta, desde esa misma perspectiva, sólo implicaría un cambio de escala, y por lo tanto una constante de lo improbable. Pero desde una perspectiva más amplia, supone 1) el reconocimiento de un sujeto colectivo que está protagonizando un importante cambio cultural y 2) la alteración de un paradigma dominante: ya no sólo somos observados, también nosotros observamos. La infinidad de acontecimientos que en los últimos años fueron documentados con teléfonos celulares y luego compartidos en Internet da cuenta de un recurso global que no sólo restringe lo improbable a uno de cada cuatro: la posibilidad de registrar un evento público –dice Shirky– se redujo prácticamente a la existencia de algún testigo. Dicho en otros términos: los hechos noticiables, que hasta hace poco dependían de la decisión y la visibilidad que les dieran los medios tradicionales a través de un relato unidireccional, y por lo general monolítico, hoy son abordados sin mediación y compartidos por un “público” que los mass-media ya no monopolizan ni pueden retener. Este fenómeno epocal, que Manuel Castells llama “autocomunicación de masas”, permite divisar, cotejar y analizar cualquier acontecimiento de manera independiente, interactiva y multidireccional. Más aún, la propagación exponencial y global de esta práctica de origen societal (en tanto que social de lo social), favorece el control ciudadano y reformula la ecuación “vigilar y castigar”. Puede sonar fuerte, pero ¿qué hace Wikileaks sino exponer ante la mirada del mundo lo que antes sucedía en el hermetismo del palacio y a resguardo de la opinión pública? ¿No es eso, acaso, una inversión de la lógica disciplinaria con que Bentham concibió el panóptico? Filtraciones y espías hubo siempre, pero “el poder” nunca estuvo tan expuesto globalmente por organizaciones civiles y sin fines de lucro, que funcionan cada vez más como órganos de contralor. De este modo, el dispositivo de poder que identificó a la modernidad y que gravitó sobre la vida social y particular en los últimos 250 años se enfrenta a una suma de partes no identificables –y hasta el momento no controlables– con una enorme potencia ciudadana. Así lo atestiguan, sin ir más lejos, la suerte de José María Aznar, Hosni Mubarak, Ben Alí y hasta la del papa Ratzinger.

A diferencia de cierta tecnofobia errática y desangelada, no hablamos de tecnología, hablamos de capital social. Entre otras cosas, porque lo que llamábamos ciberespacio ya no es una alternativa a lo real, sino lo real mismo que devino crucial para conectarse, comunicarse y movilizarse. La masificación de las TIC se convirtió en un “recurso global compartido” alrededor del cual se está configurando un “nosotros” que funciona como espacio de subjetivación y, por lo tanto, de resignificación del lenguaje, la percepción y los comportamientos. Un “nosotros” que “no habla por todos sino para todos” y que está dando lugar a una ética de la responsabilidad que consiste en “hacernos cargo en común de lo común”, implicando lo particular-local en lo común-global, como cuando alguien decide clasificar los residuos de su hogar o cuidar el uso del agua potable. Es decir, estamos ante un corrimiento de lo dado (que nos concebía como individuos racionalizadores de nuestro destino personal, pero no del destino común) y el surgimiento de un nuevo estatuto colectivo que –en sintonía con la tradición humanista– concibe al cuidado de sí como cuidado de todos en sociedad, y viceversa.

En esta línea podemos leer no sólo la creciente cohesión latinoamericana, sino también la que, sin acompañamiento estatal, comenzó a desarrollar la población europea con experiencias como el 15-M, o la que se construye en otras latitudes alrededor de Occupy Wall Street y #YoSoy132. ¿El mundo cambió? Digamos que no. Pero si algo favorece el incremento exponencial de la capacidad expresiva de nuestra época es la acción comunicativa en tanto que instancia de inter-comprensión y reconstrucción del sujeto colectivo desde una perspectiva que trasciende lo personal. Y eso no es poca cosa.

* Investigador de la Unsam. Autor de Mundo extenso. Ensayo sobre la mutación política global.

MEDIOS Y COMUNICACION

El traidor, el héroe y el bibliotecario

A propósito de Julian Assange y sus nuevas iniciativas, Ximena Schincha analiza la estrategia del “terrorista de alta tecnología” para subvertir el poder mediático.

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Por Ximena Schinca *

Si el guión de la realidad se escribiera en clave borgeana, quizá nos anunciaría que Julián Assange será recordado como “un secreto y glorioso capitán de conspiradores” que “divisó y no pudo pisar la tierra prometida” y “pereció en la víspera de la rebelión victoriosa que había premeditado y soñado”: subvertir el orden del poder mediático. O tal vez, nos susurraría que el fugitivo fundador de Wikileaks les da letra a los guionistas de su historia –y la nuestra– no sin copiar otras ficciones. Reales, imaginarias.

En esa escritura vertiginosa, el “terrorista de alta tecnología” –como lo definieron Joe Biden y Mitch McConnell– volvió a la carga para difundir más de 1,7 millón de documentos de la diplomacia estadounidense correspondientes al período 1973-1976. Parte de esos cables conciernen al secretario de Estado Henry Kissinger y aportarían, según denunció Wikileaks, “importantes revelaciones acerca de las relaciones de EE.UU. con dictaduras fascistas” en Latinoamérica, la España de Franco y la Grecia de los coroneles. Los documentos ya habían sido desclasificados en 2006, pero su sentido permanecía indescifrable. “Orwell dijo una vez que si quien controla el presente controla el pasado, quien controla el pasado controla el futuro”, sostuvo Assange en conferencia de prensa, el pasado 8 de abril. Desde su confinamiento en la embajada ecuatoriana en Londres, agregó que “no podemos confiar en que el gobierno estadounidense controle nuestro pasado” y que para evitarlo el equipo de Wikileaks desarrolló PlusD: una biblioteca pública y digital que ordena los distintos cables que la organización recopiló hasta el momento.

Es la segunda movida que arriesga el “anticristo mediático” en lo que va de 2013. En entrevista al sitio australiano The Conversation (18/02), Assange había anticipado que armaría un partido político para presentarse como candidato a senador en las elecciones de Australia, evitar la extradición a Suecia donde es acusado de agresión sexual y recuperar su libertad. Héroe o traidor, según quien arme la trama, el fundador de la “agencia de inteligencia del pueblo” continúa enredando el relato globalizado que se intimida con su protagonismo y pergeñando la estrategia del Wikileaks Party. En diálogo con Página/12 (9/2012), Assange ya había recargado sus críticas a los medios y atacado a las redes sociales. Entonces dijo que los grandes medios son “esencialmente corruptos”, sostuvo que Facebook es “algo abominable y extremadamente peligroso” al servicio de la CIA y argumentó que en la centralización de Twitter habita su mayor amenaza. Que los medios tradicionales hubieran difundido información proveniente del antiimperio mediático “ya era suficientemente pasmoso”. Que un ex hacker derribe las ilusiones revolucionarias de las redes sociales “es inconcebible”, le apuntaría Borges a una realidad-virtual desorientada.

Sin otra escapatoria que la hospitalidad ecuatoriana, el muchacho punk continúa su batalla en carrera hacia las urnas australianas, esquivando destinos ya escritos por otros: desnudas y tortuosas reclusiones en la prisión de Guantánamo. Al mismo tiempo, desarma teorías de la información e incita a un activismo político que alberga a su costado más (tecno) optimista. “Hemos radicalizado y educado políticamente a la juventud de Internet y la juventud de Internet es ahora la mayoría de la juventud”, le aseguró entonces a Santiago O’Donnell. En su estrategia de fuga perpetua, tal vez, Assange recurra a los beneficios centralizados de Twitter. Quizá, se aproveche de la masividad de la prensa y socave, traidor, los postulados furtivos de la maquinaria mediática. O hasta se ampare en los refugios de la política partidaria, mas no dejará de jactarse de su anarquismo gregario. “Siguiendo el estilo descentralizado de Wikipedia, en estructuras generadas por los usuarios, podemos prescindir de los burócratas. El partido será incorruptible y permanecerá unido por su ideología. Y a quienes no acepten el principio de transparencia se les pedirá que se larguen”, aseguró en su diálogo con John Keane para The Conversation.

Por el momento, las filtraciones de los expedientes Wikileaks no han vuelto a inquietar a la diplomacia estadounidense. Tras entrevistarlo, el profesor Keane aseguró que la victoria electoral de Assange “sería uno de esos raros milagros políticos que hacen que la vida de un ciudadano valga la pena”. Quizá nunca se conozca el verdadero desenlace y ni siquiera exista algún Ryan con intenciones de develarlo. Hoy el presente lo arrastra a devenir bicho de biblioteca. Con algo de suerte, a lo mejor Borges lo consuela y le sopla algún destino: “Que seas ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, tu enorme biblioteca se justifique”.

* Coordinadora del Departamento de Género y Diversidad de la SID (www.sidbaires.org.ar) @ximeschin

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