Las mentiras verdaderas de la publicidad política
El spot central de la campaña de Mauricio Macri, creado por la agencia Don.
Debería existir una leyenda legal: “Las promesas de campaña son a modo ilustrativo”. Aún así, las mentiras seguirían presentándose como verdades, como sucede con un shampoo, una cerveza, un auto o una afeitadora. Es que desde que los candidatos empezaron a ser tratados como productos, la noción de marketing político se consolidó definitivamente y la tanda sumó una nueva oferta en punta de góndola.A fines del año pasado, escribí un posteo sobre las mentiras verdaderas de la publicidad (del que les prometo una secuela pronto) y ahora les entrego una versión política, basada en el mismo concepto: la publicidad es una ficción construida casi científicamente que se presenta como una realidad sin retoques ni filtros, más aún cuando se trata de propaganda política, un género en el que no abundan los recursos narrativos basados en la ironía o la fantasía sino más bien el lenguaje testimonial.
Aquí entonces las mentiras verdaderas de la publicidad política:
Spot de campaña de Daniel Filmus, creado por Braga Menéndez.
1) Las promesas de campaña se cumplen. No hace falta que haga un listado de todos los candidatos que prometieron cosas que jamás cumplieron, ¿no? Sin embargo, los especialistas en marketing político siguen empeñados en poner en boca de los candidatos promesas y promesas, presentadas como si se fueran a cumplir o como si los votantes no supiéramos que los políticos rara vez cumplen lo que prometen.2) Todos los políticos son honestos. Ok, no pretendo ver una campaña política que destaque el prontuario de corrupción de un candidato o que promocione los negociados que piensa llevar a cabo durante su gestión. Pero hacernos creer que son seres inmaculados, casi celestiales…
3) El votante está feliz. Tampoco puedo requerir spots de campaña con gente de gesto adusto y ceño fruncido. ¿Pero hace falta montar escenas de un nivel tan inverosímil de felicidad?
4) Somos ciudadanos, queremos actuar. Como una consecuencia natural del ítem anterior, está claro que –salvo excepciones– los protagonistas de los spots de campaña son todos actores, surgidos de un casting tan sesudo como el que se emprende cuando hay que vender una cerveza o un auto.
5) El candidato que gobierna no hizo nada bien. Imaginen a un candidato opositor elogiando a su rival de turno y actual gobernante. Si la creatividad encuentra caminos alternativos y originales para vender productos de supermercado, ¿por qué no habría de hacerlo para promocionar las virtudes de un candidato? A esta altura, se podrían abandonar las fórmulas chatas y carentes de ideas innovadoras.
6) El opositor que busca gobernar no tiene propuestas. La situación inversa: el candidato que gobierna admite que quien lo quiere desplazar tiene propuestas. Otro imposible. Cualquier conclusión terminante de un candidato en campaña es claramente una mentira que suele convertirse en verdad gracias a la publicidad política.
7) El financiamiento de las campañas tiene orígenes comprobables. Empresarios que colaboran, fondos que se desvían. Todos conocemos los manejos de los presupuestos de campaña. Pero se invierte en publicidad (televisión, radio, internet y vía pública) como si nadie estuviera avispado de esta situaciones por demás irregulares.
Los políticos caminan tranquilamente por las calles. Un clásico del marketing político: entre besos a niños y abrazos a jubilados con boina, el candidato se abre paso en las calles, juega al dominó en una plaza, toma mate con los vecinos e intercambia sonrisas con todos.
9) Los políticos sumergen sus zapatos en el barro. Como una adenda de la mentira verdadera anterior, hay que decir que nadie puede creer que la figura máxima de un partido tenga como rutina habitual una recorrida por los barrios más pobres de su distrito. Y todos sabemos que esa imagen queda reducida a los momentos de campaña. En todo caso –y sólo en algunos ejemplos puntuales–, ese contacto con los sectores más carenciados lo hacen los funcionarios de segunda, tercera o cuarta línea.
10) Los canales de televisión cubren los actos de campaña porque les parecen interesantes desde el punto de vista periodístico. No hace falta que les aclare que casi todas señales de información cobran por cubrir y transmitir actos, inauguraciones, aperturas y todo tipo de formato de hecho político y lo transmiten como si fuera una noticia común y corriente, sin aclararle al televidente que se trata de un espacio pago.
El que quiera sumar mentiras verdaderas de la publicidad política, bienvenido.
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