El Watergate británico
El caso revoluciona la política y la prensa
Domingo 17 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Graciela Iglesias
Para LA NACION
LONDRES.- Con el periódico de mayor distribución clausurado , cinco arrestos, más de 4000 posibles víctimas, un imperio mediático global sacudido hasta sus cimientos y el primer ministro obligado a explicar cada uno de sus movimientos, el affaire de las escuchas telefónicas ilegales adquirió aquí toda la apariencia de una revolución.Para LA NACION
En las últimas semanas, lo que parecía ser un caso aislado de invasión de privacidad de parte de News of the World probó tener ramificaciones que van más allá de la prensa, para afectar al gobierno y a una de las más respetadas instituciones del país: Scotland Yard.
Paralelismos con otros eventos no han faltado en el esfuerzo por comprender lo que, en realidad, es un suceso sin precedente. Los periodistas de The Washington Post que motivaron la renuncia del entonces presidente norteamericano, Richard Nixon, en 1974, con la revelación de interceptaciones ordenadas por la Casa Blanca fueron los primeros en marcar similitudes. Por la forma como ha sacudido al gobierno y al público, Carl Bernstein lo apodó el "Watergate británico".
Con una retórica un poco acalorada, varios comentaristas hablan también de una "primavera británica", es decir, del momento en que la clase política, siguiendo el ejemplo de las revueltas árabes, se deshizo del viejo orden para volverse en contra de un veterano dictador, en este caso no Hosni Mubarak, sino el magnate Rupert Murdoch. De lo que no caben dudas es de que la caída del pedestal de este barón de la prensa tiene un efecto catártico en los políticos, que ahora actúan como si se hubieran liberado de un monstruo.
Murdoch inició su carrera mediática en el Reino Unido en 1969, con la compra de dos tabloides, el ahora difunto News of the World y The Sun. Su presencia, sin embargo, no se hizo notar hasta 1981, cuando decidió adquirir los prestigiosos matutinos The Times y The Sunday Times. El entonces líder del laborismo, Michael Foot, pidió que la transacción fuera evaluada por la Comisión de Competencia para determinar si había riesgo de que se crease un monopolio de la prensa, tal como se buscó hacer esta semana con la frustrada compra de la cadena satelital BSkyB.
El gobierno de Margaret Thatcher rechazó el pedido. Con ese triunfo, la filial británica del grupo Murdoch, News International, emprendió una campaña en contra del partido de oposición que culminaría con el famoso título de tapa "It's The Sun Who Won It" ("Es The Sun lo que la ganó") que atribuyó al tabloide la victoria conservadora en las elecciones de 1992. Allí no acabo todo. Tres años más tarde, Foot tuvo que defender su reputación en los estrados luego que The Sunday Times publicara en tapa, erróneamente, que él había sido agente de la KGB.
Temerosos de sufrir ataques similares, la dirigencia del nuevo laborismo, encabezada por Tony Blair y Gordon Brown, contrajo una suerte de pacto faustiano con el barón australiano que, algunos aseguran, garantizó sus victorias electorales en 1997, 2001 y 2005. Los términos exactos del acuerdo se desconocen, pero muchos adjudican a él, entre otras cosas, la postura distante del Reino Unido en el proceso de integración europea y el creciente endurecimiento de la política inmigratoria.
Real o imaginaria, la influencia de News International sobre el electorado llevó a que la mayoría de los políticos adoptaran una actitud de vasallaje. Tan fuerte era su poder de intimidación que Gordon Brown, que esta semana dijo haber llorado cuando Rebekah Brooks, en 2006, lo llamó para avisarle que The Sun iba a publicar que su hijo sufre de fibrosis quística, dos años más tarde -en busca de la reelección- no dudó en ir a la boda de la ejecutiva de News International.
La primera grieta en la estatua de barro apareció en 2005, cuando News of the World publicó que el príncipe Guillermo había sufrido una lesión en la rodilla. La familia real ordenó a la policía que investigara el tema porque estaba convencida de que la única forma en que se podía haber enterado había sido escuchando los mensajes del príncipe.
La investigación llevó a que el periodista Clive Goodman, del diario, y el investigador privado Glenn Mulcaire fueran encarcelados en 2007. El editor del tabloide, Andy Coulson, renunció por más que dijo que no había estado al tanto de las acciones de los acusados. Poco después, el entonces líder de oposición, David Cameron , lo contrató como jefe de prensa y lo mantuvo en su equipo cuando llegó a Downing Street, en mayo de 2010.
"Gato encerrado"
En enero último, sin embargo, Coulson se vio forzado a renunciar a su cargo de vocero del premier. Porque, a diferencia del Watergate, donde dos periodistas corrieron solos con la iniciativa, aquí fue una coalición informal de reporteros, parlamentarios y celebridades la que nunca dejó de bajar la presión, convencida de que detrás de las exclusivas de los periódicos había gato encerrado.
La revelación de que los mensajes del celular de una chica de 13 años asesinada, Milly Dowler, habían sido interceptados fue la gota que colmó un vaso repleto de datos suministrados por el parlamentario laborista Tom Watson; el conservador John Whittingdale; los diarios The Guardian (con el periodista Nick Davies a la cabeza), The Independent, Financial Times, la revista New Statesman, las cadenas BBC y Channel Four, y los actores Hugh Grant y Steve Coogan. De una forma u otra, todos ellos ayudaron a poner las piezas del rompecabezas que amenaza ahora con derribar el imperio global de Murdoch, News Corp.
Por más que ahora se sepa que Cameron continuó en contacto con Coulson, hasta el punto de invitarlo a pasar un fin de semana en su residencia campestre de Chequers en marzo último, las chances de que el premier vea su mandato truncado como el de Nixon son todavía remotas. Mucho más desconcertante fue la revelación de que en septiembre de 2006, en medio de la investigación policial de News of the World, el entonces subeditor del tabloide Neil Wallis mantuvo una cena con el actual titular de Scotland Yard, sir Paul Stephenson, y con los dos hombres a cargo de la pesquisa, John Yates y Andy Hayman.
Poco después, Hayman y Wallis renunciaron a sus cargos. El primero lo hizo para iniciar una carrera en The Times mientras el segundo fue contratado por el jefe de Scotland Yard para que le escribiera sus discursos.
Con el líder laborista, Ed Miliband, jaqueándolo en la Cámara de los Comunes, Cameron puso esta semana todo en manos de un respetado magistrado, lord Brian Leveson. Pero lo hizo dividiendo su trabajo en dos fases. La primera se abocará a revisar las prácticas de la prensa para proponer un nuevo sistema de regulación de los medios. La segunda buscará establecer los posibles delitos de periodistas y policías durante la última década. Esta parte de la investigación, sin embargo, se llevará sólo a cabo cuando vez termine la investigación policial en curso, lo que puede tomar entre uno y tres años.
Para el jurista Geoffrey Robinson, el cronograma adoptado es un grave error. "¿Cómo el primer ministro puede creer que la policía va a esclarecer los delitos cometidos cuando ya ha demostrado que, en el mejor de los casos, es incompetente?", advirtió. Robinson no cree que Cameron haya adoptado esta estrategia con la intención de cubrir la corrupción policial, sino porque es "un inocentón".
DOS DÉCADAS, UN MISMO MÉTODO
Con casi 40 años de diferencia, las escuchas fueron y son eje de terremotos políticos
WATERGATE
El complejo en Washington, sede demócrata, fue el lugar donde en junio de 1972 detuvieron a cinco hombres que intentaban instalar
IMPACTO POLÍTICO
Richard Nixon
Ante la evidencia de espionaje, varios de sus colaboradores renunciaron. El presidente reconoció luego su esfuerzo por encubrir los hechos relacionados con la entrada al complejo demócrata. Con escaso apoyo entre los republicanos, renunció en agosto de 1974.
AÑOS DE INVESTIGACIÓN
2
Iniciada en 1972, la investigación buscó desenredar una compleja maraña que apuntaba a la Casa Blanca, a través del comité para la reelección de Nixon.
HÉROES Y VILLANOS
Benjamin Bradlee y Katharine Graham
Bradlee era el director de The Washington Post y Graham, la dueña, apoyó la investigación del caso, pese a las amenazas y presiones del gobierno de Nixon.
LAS ESCUCHAS
En plena campaña electoral
El espionaje apuntaba a interceptar conversaciones cara a cara y telefónicas de líderes demócratas.
LOS PERIODISTAS CLAVE
Carl Bernstein y Bob Woodward
Guiados por un misterioso personaje, "Garganta Profunda", los reporteros de The Washington Post revelaron que Nixon congeló las investigaciones del caso.
NEWS INTERNATIONAL
La filial británica de News Corp., con sede en Londres, está en el centro del escándalo por las escuchas ilegales: es la empresa editora del News of the World.
IMPACTO POLÍTICO
David Cameron
Golpeado por el escándalo, el premier británico lanzó una ofensiva para despegarse de la crisis. El arresto de su ex vocero y editor del News of the World, Andy Coulson, dejó al descubierto el estrecho vínculo entre el imperio mediático de Murdoch y Downing Street.
AÑOS DE INVESTIGACIÓN
6
El caso de las escuchas estalló en 2005, cuando News of the World publicó una historia sobre el príncipe Guillermo, que sufría una lesión en la rodilla.
HÉROES Y VILLANOS
Rupert Murdoch y Rebekah Brooks
En medio del temporal, Murdoch respaldó a su polémica editora estrella -directora de News International-; pero Brooks cedió a las presiones y renunció.
LAS ESCUCHAS
En busca de exclusivas
News of the World hackeó teléfonos de familiares de víctimas de homicidios y de soldados muertos.
LOS PERIODISTAS CLAVE
Nick Davies
El periodista británico de The Guardian pasó años investigando acusaciones de espionaje telefónico ante la indiferencia de la policía; promete nuevas revelaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario